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jueves, 4 de marzo de 2010

Resultados de la campaña de Morrslieb


La campaña de invierno de Warhammer Fantasy basada en un maléfico y desquiciado plan de los skavens llegó a su fin. La cosa ha salido bien (casi) para los skavens. Yo soy jugador Hombre Lagarto y Skaven a la vez, y he de decir que el resultado de la campaña me parece interesante para la historia del Viejo Mundo., ya que dará lugar a nuevas friki creaciones en el mundo de Warhammer, cosa que no ocurrió con la campaña de la Tormenta del Caos, en la que simplemente murió Valten (por cierto, todo el mundo cree que por un legendario asesino skaven).
Aquí os copio la historia de la página web de GW:

En la penumbra de su atestado estudio-laboratorio-cárcel- madriguera, casi completamente a salvo, en lo más profundo de Plagaskaven, Ikkit Claw estudia con terrible y malsana determinación las imágenes horriblemente distorsionadas que le ofrece su bola-pantalla de adivinación de Piedra Bruja. Mientras la pantalla produce un sinfín de parpadeos, chasquidos y zumbidos debido a la caótica energía que utiliza para funcionar, la cola de Ikkit se agita nerviosa en el frío y eléctricamente cargado ambiente. "Necesito más resolución" ladra el ingeniero brujo, "haced que las cosas-esclavos pedaleen más rápido, más rápido, ¡más rápido!". Acto seguido un trío de miserables y famélicos esclavos Enanos, con sus barbas afeitadas y los brazos y piernas encadenados a estrambótico triciclo que está conectado a la bola-pantalla, son sádicamente azotados por sus carceleros alimañas. En pocos segundos, y gracias al sangriento incremento de su velocidad del pedaleo (y de sus gruñidos), la imagen que ofrece la bola-pantalla se estabiliza, y en ella aparece un rostro ratonil sumergido en un denso mar verde de exóticas plantas, y aún más extraños insectos y criaturas. El hombre rata que se muestra en pantalla es un ambicioso ingeniero brujo llamado Kretch Garra-rota, al que se ha hecho creer que si lidera la misión en la jungla de Lustria será jugosamente recompensado cuando regrese a Plagaskaven. Kretch tiene cada vez más claro que con el gran triunfo que está a punto de conseguir podrá usurpar el cargo de su taimado maestro. "Mi señor Ikkit Claw, Kretch esta muy feliz-feliz de informarle que todo marcha perfectamente aquí en la jungla". "Bien-bien" replica Ikkit Claw. Por su forma nerviosa de comportarse (y también, cómo todo el mundo sabe, por la propia naturaleza traicionera de los Skavens), es obvio que Kretch está ocultando algún detalle importante, por lo que Ikkit decide aplicar un poco más de presión en su interrogatorio.
“El alineamiento con la luna verde-verde se ha completado. Morrslieb está más cercana que nunca. Empieza la secuencia final de disparo".

"De acuerdo o sabio señor, directo al grano, no retraso-retraso. Bueno... erh... e-el único pro-problema es que..." tartamudea Kretch, con sus ratoniles facciones transfiguradas por un repentino ataque de pánico. "¡Adelante, habla!" escupe Ikkit Claw. No sabiendo donde ocultarse, Kretch responde asustado "Estamos sufriendo un fuerte ataque de las despreciables cosas-lagarto en estos momentos...". "¿Y..?" Ikkit Claw empieza a impacientarse, lo que significa que aquel pobre desdichado se está jugando sufrir el más horrible de los finales para su corta carrera. "Nuestros guerreros alimaña están aguantando el frente de batalla, pero cada hora que pasa las cosas-lagarto están más cerca; incluso parece que la propia jungla-jungla nos esté atacando... y por si todo esto no fuera suficiente, nuestro suministro de esclavos se agota. En estos momentos estamos utilizando los últimos cien que nos quedan, y enferman y mueren por momentos...". "¡A quien le importan los esclavos!" explota Ikkit Claw, su estridente voz potenciada por sus interminables implantes biónicos de Piedra Bruja. "Me trae sin cuidado si todas las cosas-esclavas mueren-mueren... ¡Ahora es el momento de disparar el gran cañon de disformidad! No me falles en esto, Kretch Garra-rota". Tras estas palabras, con un lento y dramático movimiento de su alargada y afilada garra, Ikkit presiona el botón de apagado de la bola-pantalla de disformidad. Una repentina y violenta sacudida de energía disforme recorre todo el artefacto, miles de kilovatios de malvada electricidad que instantáneamente incineran a los desdichados enanos, acabando de forma inmediata con sus pedaleos y sus gruñidos.

Tras un cegador y enfermizo destello verde, la bola-pantalla de adivinación se apaga, borrando todo rastro de Ikkit Claw y dejando al pobre Kretch sumido en la desesperación. A su alrededor pueden oírse los antaño reconfortantes sonidos de la batalla. Una batalla salvaje y sangrienta en la que las tropas de Kretch están siendo atacadas por todos los flancos por una horda enloquecida de cosas-lagarto. Sí, los monjes de plaga con sus corruptos incensarios están diezmando las filas del enemigo, mientras las ratas gigantes y las ratas ogro, fustigadas inclementemente por sus cuidadores mantienen a raya tanto a venenosos enjambres de criaturas de la jungla, como a los enormes kroxigores. Pero la pregunta es ¿hasta cuando podrán aguantar sus tropas esta marea inacabable de criaturas de la jungla?

Mientras tanto, en el centro del Templo en Ruinas de Quetza, se alza el enorme cañón, donde semidesnudos esclavos humanos alimentan con fragmentos de Piedra Bruja la cámara de contención, y un grupo de ojeroso mineros enanos funden su estimado Gromril con Piedra Bruja para mantener intacta la estructura de esta horrenda arma. A medida que el condensador de disformidad está a punto, un agudo sonido inerrable desgarra la realidad, un crescendo insoportable que indica que el cañón está a punto para ser disparado. Kretch echa una última ojeada a su cronometro de pulsera de Piedra Bruja, en el que los brazos de un skaven de metal indican la hora. "¡Falta un minuto para las trece horas!" grita exultante el ingeniero brujo. "¡Ha llegado la hora!".

La luna del Caos de Morrslieb cuelga cercana en el firmamento, un inmenso orbe de color verdoso, que atrae de forma siniestra a los hijos de la Rata Cornuda. "Toda esa Piedra Bruja..." piensa ávidamente Kretch, mientras de su distorsionada boca caen unos hilillos de infecta saliva. "Cuando realicemos el disparo final, el meteorito más grande que caiga del cielo será mío. Mío. ¡Mío! Ikkit Claw se inclinará ante mi, Kretch Garra-rota, ¡y me llamará maestro!¡Maestro!". Kretch nota la presencia de unos ojos rojos que lo miran con avidez, pero le tiene sin cuidado... ¡Pronto será el amo de este mundo y todo sus lacayos le tendrán que llamar "Señor"!.

"Conectad el condensador de Piedra Bruja" ordena. "Alinead el mecanismo de disparo", "Tened listo el proyectil". Skavens y esclavos por igual se apresuran a cumplir sus órdenes, empujados por una increíble sensación de urgencia. "Que empiece la cuenta atrás. Trece, doce,...". A medida que Kretch observa cómo su cronometro se acerca al uno, su excitación va en aumento. De repente, una lluvia de dardos envenenados pasa sobre su cabeza, impactando en los ayudantes que tiene tras él. Los dardos provienen de unas primitivas cerbatanas empuñadas por unos insidiosos camaleones Eslizón, que con sus veneno han acabado con algunos de los Skavens que tenia a su alrededor. Por suerte, la dotación de un lanzallamas de disformidad, cercano a la línea de batalla, lanza su carga mortal contra los árboles donde se esconden estos escurridizos Eslizones, y acaba con esta peligrosa amenaza. Pero de improviso algo falla en el mecanismo del lanzallamas, lo que provoca que también arda su propia tripulación. "¡Nooooooo...!" grita Kretch al observar como la dotación empieza a corretear de un lugar para otro, en un vano intento por apagar las llamas que los achicharran, aunque lo único que consiguen es provocar nuevos incendios por doquier. "¡Traición!" exclama Kretch, su boca abierta en una mueca de espanto al observar cómo, los trece veces malditos miembros de la dotación, se estrellan contra un enorme caldero de Gromril y Piedra Bruja, desatando un infierno de llamas y chispas en la base del cañón de disformidad.

El intenso destello verde que sigue a la explosión causa una momentánea tregua en el combate, al morir incinerados cientos de lagartos y eslizones junto con Skavens y cosas esclavas, incluyendo al ingeniero brujo encargado de disparar el megacañón.

"Si quieres que algo salga bien..." masculla Kretch mientras se dirige hacía la enorme palanca verde y empieza a bajar el mecanismo.

"KRRRRRRRACKKKKKK"

El megacañón de disformidad descarga todo su potencial directamente contra la Luna del Caos, desprendiendo multitud de meteoritos de Piedra Bruja y creando un enorme cráter en la superficie de la luna. Cuando parecía que la propia Morrslieb empieza a temblar, es el propio cañón el que se estremecerse y sisea primero, para incrementar rápidamente el temblor a una escala cataclísmica. Con un ensordecedor estruendo se parte por la mitad e implosiona violentamente. La explosión se lleva consigo los últimos veinte metros del Templo en Ruinas junto con toda cosa viviente en un radio de cinco kilómetros a la redonda.

De todas maneras el cañón de disformidad había conseguido disparar un rayo de energía disforme a plena potencia contra la luna de Morrslieb, bañado el mundo de Warhammer con una lluvia de fragmentos de Piedra Bruja. A medida que todos estos meteoritos, que van del tamaño de huevo de una codorniz al tamaño de una posada imperial, impactan sobre la tierra, destruyen todo a su paso, contaminan los cultivos para años y dejan una película de fino polvo gris sobre los tejados de pueblos y ciudades.

De buen seguro que en años venideros los ejércitos skavens van a organizar nuevas partidas de guerra para recoger toda esta "riqueza", los temerosos ciudadanos del imperio verán a sus hijos nacer con extrañas malformaciones y quien sabe si nuevas enfermedades se propagarán por las sobrepobladas ciudades del Imperio y Bretonia, unos echando las culpas a las enormes ratas gigantes que infestan las alcantarillas, otros a los políticos locales por no hacer nada por ellos.
Pero no tan sólo esto. En los más recónditos bosques del Viejo Mundo, grandes hordas de Hombres Bestia, despertarán de su letargo con mayores ganas que nunca para destruir y arrasar todo rasgo de civilización, mientras enormes huestes de orcos y goblins aprovecharán el caos y la conmoción para saquear y devastar aún más las tierras del Hombre, iniciando con ello un periodo de gran penuria para la gente de bien.

Si el invierno ha sido duro y emponzoñado por el mal sueño de la guerra, el próximo verano tiene pinta de ser mucho peor. Los skavens, inexplicablemente, se ha salido con la suya en su plan, y han sumido el resto de razas en una era de derramamiento de sangre y destrucción. El mundo de Warhammer resuena con el temblor de los ejércitos en marcha. ¡La guerra se avecina de nuevo!

Y aquí os dejo una fotillos de la llegada de los hombres bestia a las tiendas de GW Barcelona .

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